Él se acercaba con un dulce en la
mano mientras ella lo miraba.
El frío del invierno se notaba en
sus ropas; camperas, gorros y bufandas. Las cabelleras de ambos ondulaban al
unísono con el viento, que les daba forma de lo que le placiera.
Extendieron la mano, siendo
dignos espectadores de lo que iba a suceder. Al recibir el objeto, en el
momento preciso en el que lo tocó, una vibración intangible se apoderó de sus
recuerdos.
Aquél primer beso, revolcadas por
el pasto en las épocas de calor, esas noches frías bajo las frazadas y cerca de
una estufa, las cosquillas que terminaban en caricias, las risas y lágrimas. Lo
bueno y lo malo; eso que los hace felices.
Para Vera, porque te encantan
estas cosas.
Feliz semana de la dulzura.