Idealizamos letras en una pantalla y nos olvidamos de las
caras en vida.
Una hoja en blanco. Ni un rasguño de color, ni una marquita
de nada. Intacta.
Así estábamos.
Ahora podríamos ser, pero no somos.
No somos gracias a todo esto entre lo que vivimos.
Todas las cosas que se nos fueron escribiendo, los golpes
que nos arrugaron y tijeras que nos deformaron. Somos ideas de otros y errores
de muchos.