Las personas
que de chica me parecían geniales, destiñeron. Parada desde donde estoy ahora,
se ven distintos; aborrecibles. Y entiendo que ahora tengo una mirada más
subjetiva. Y me pone mal no poder estimarlos como antes. Pero sus ideales no me
lo permiten. Porque pueden pensar lo que quieran, pero no puedo perdonar que
quieran implantar sus doctrinas retorcidas en mentes jóvenes. Tienen la mente
podridamente cerrada.
En cambio,
las personas que más cuadradas parecían, son las más abiertas hacia las ideas
de los demás.
No me
arrepiento de nada; pero me hubiera gustado haber sabido esto mucho antes.