20.8.12

La hipocresía de las baldosas

Ella estaba tirada en el piso. Sonreía, pero sus pulmones estaban llenos de infortunio. El aire que respiraba emanaba hostilidad. No hacía esfuerzo alguno por levantarse porque la desdicha le pesaba entera en el cuerpo. Sus manos sentían el frío de un piso que será de su malquerencia por años. Su cara rojo fuego reflejaba el sufrimiento que carga con ella día a día. Sus rodillas, sus rodillas están ya dobladas por el impuesto que tiene que pagar por ser sólo lo que es. Pero a ella no le importa, a ella no le importa la imagen que genere en otros. Y carga con ello todos los días.