Y había una masacre en mi plato. Músculos,
tendones, arterias, huesos. Algo a lo que uno está acostumbrado a nivel celular
desde hace millones de años. Sin embargo, me lo llevo a la boca y es, hasta me
atrevería a decir ‘rico’, en cierta forma. Pero no puedo dejar de pensar que para
que eso haya llegado a mi mesa, hubo que sacrificar una vida; una vida que no
tenía por qué ser menos importante que la mía.
-Tiene
hierro, que es lo que vos necesitás. No me voy a pasar la vida comprando
pastillitas. Comete eso.
Y pelé media papa con la mano.