Me llevo un
pedacito a la boca ya especulando su sabor; pero cuando toca mi lengua, no era
un sabor salado, sino dulce. Una sorpresa loca y, como la palabra ya lo
describe, inesperada.
Sigo
saboreando ese pedacito de color en mi paladar para descubrir que son muchas
sensaciones en una.
Es mi
infancia en lo de la abuela, es esa sensación de alegría inmaculada y el
sentimiento de protección; es un arcoíris de sensaciones, es abrir un regalo
anhelado y es esa sonrisa que causa.
¿Quién iba a
decir que se podía encontrar tanto en un bocadito de cerdo?
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