Tenías tus
manos sobre mi piel, abarcando toda su superficie. Te sentía grande, inmenso.
Me sentía protegida, frágil. Te besé, al principio con indecisión, después con
arrebato. Te separaste de mí, me preguntaste algo. Te respondí con impaciencia
que no me gustaba el compromiso, me miraste mordiéndote el labio y me besaste
con todo el ardor
Buenísima.
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